Gran Canaria: el destino ideal

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Mediada la década de los 70, un grupo de surfistas peninsulares, guipuzcoanos, vizcaínos y cántabros, viajaron a las islas Canarias a buscar las condiciones que no podían tener en el Cantábrico durante los meses invernales. Su destino: Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad surf por entonces más conocida de las islas. Tanto les gustó que algunos se quedaron en esta ciudad a pasar el invierno entero. Y de ellos nació un momento decisivo en la historia del surf de nuestro país, la semilla de lo que serían las tablas Jerónimo, más tarde Pukas. Entre ellos se encontraba Iñigo Letamendia, que aún hoy en día es un icono en la movida surfera de la isla de Gran Canaria. Olas como El Lloret, La Cícer o el Confital, esta última de renombrada calidad internacional, comenzaron a sonar por toda Europa. En uno de los primeros números de esta revista 3sesenta, allá por el año 87, publicamos un reportaje sobre Las Palmas de Gran Canaria, centrado en El Confital, por entonces ubicado en un barrio de chabolas –que actualmente se ha transformado en un parque de ocio de gran belleza-.
El sur de Tenerife y más tarde Lanzarote, y a renglón seguido Fuerteventura, fueron tomando protagonismo y se han ido centrando como destino preferente de surfistas de toda Europa donde pasar temporadas durante el invierno.
Y después de tanto tiempo, ha sido este año, invitados por el Patronato de Turismo de Gran Canaria, cuando se ha abierto a nuestros ojos por primera vez el potencial inmemso de la isla. Si bien es cierto que el esfuerzo de los locales para celebrar una prueba internacional en El Confital ha supuesto que surfistas del top mundial hayan podido disfrutar y reconocer la indudable calidad de los tubazos de esta derecha incomparable, el resto de la isla se ha mantenido prácticamente desconocido a nivel mediático.

La “North Shore” es la gran desconocida de Gran Canaria. Con toda seguridad es el tramo costero más prolífico en olas surfeables de todo el archipiélago. Sin embargo hay una ola que sí es conocida y reconocida internacionalmente: El Frontón. Una de las mejores olas del mundo para la práctica del bodyboard y que, si es cierto que también se surfea ocasionalmente, la verdad es que resulta demasiado difícil hacerlo con una tabla de surf y solo está al alcance de una élite mundial.


Pero el Frontón no es un caso aislado. El tramo de costa entre Las Palmas de Gran Canaria y Gáldar está lleno de olas y de posibilidades, para todos los gustos y niveles, una encadenación de puntas, calas y lajas, derechas, izquierdas, olas largas, slabs huecos, olas para tamañeros, olas fáciles y tumbadas…
Pablo Solar, que ha abierto una escuela de tecnificación para surfistas de nivel alto, fue mi guía, así que partimos desde el Lloret a recorrer la costa.
Hacer una enumeración de los spots que poblan la costa no viene a cuento, y tampoco tiene mayor sentido; la carretera –una autovía excelente- corre paralelamente a la costa por lo que la mayoría de los spots están a la vista, y basta con parar y bajar a echar un vistazo para tener la perspectiva de media docena de olas.
Pablo me dijo que las posibilidades de la isla son interminables. “Aquí siempre hay olas. Se puede surfear todos los días. La ola es prácticamente redonda por lo que siempre está expuesta a algún swell por algún lado”.
Curiosamente la única parte donde no hay olas es la costa oeste, la más abrupta y de difícil acceso, ya que se encuentra a la sombra de Tenerife. Los swells del noroeste entran con fuerza en el norte y en Las Palmas de Gran Canaria (el día que estuve vi funcionar todas las olas desde El Frontón al Lloret y al Confital. Si el swell es del suroeste, la costa sur, en Maspalomas y El Faro ofrece algunas de las mejores olas de la isla, aunque apenas se conocen fuera de Gran Canaria. Y cuando soplan los alisios, mandan olas a la costa este. De hecho, al volver al aeropuerto, desde la autopista vi la rompiente de “La Laja” rompiendo perfecta y glassy, eso sí, petada.
La ventaja de una “surf city” está en los servicios. En Las Palmas de Gran Canaria puedes encontrar alojamiento a tu gusto con facilidad, y también material, tablas, accesorios, surf shops, etc., y surfear en la misma ciudad. Por no hablar de gastronomía. Acabamos la jornada en la punta noroeste de la isla, en un pequeño puerto llamado Sardina. Nos dimos un baño en el muelle y luego comimos en una terraza al sol; pulpo a la brasa, chipirones, sardinas, queso isleño y papas arrugadas, y bien de cerveza. 10 euros por cabeza. Mientras, en el norte peninsular sufrían la lluvia y el aguanieve.
Las escuelas de surf son también una buena opción, y no solo para los principiantes. A través de las numerosas escuelas que hay en la isla puedes conseguir alojamiento, transfers a las olas, etc. Las más conocidas como Mojo Surf u Oceanside (http://www.grancanariasurf.es) están en Las Canteras, puedes apuntarte para dar clases de surf y te ofrecen un paquete completo, incluyendo diferentes opciones de alojamiento, transfers a las olas, etc.
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